jueves, 15 de abril de 2010

Desprendimientos de la ira

Ulber Sánchez, del colecctivo La Tarántula Dormida, Adriana Tafoya y Andres Cardo, durante la presentación de Chanona en el estado de Guerrero.


Por Ulber Sánchez


Texto leído en la Universidad Autónoma de Chilpancingo, durante la presentación de "La alforja de los desprendimientos", de Álvaro Chanona.

Wallas Stevens decía que la poesía es una revelación en palabras por medio de las palabras, y toda poesía pues, debe llevarnos de la mano y revelarnos ese misterio de la vida, ese mundo en donde el poeta pone sus cimientes, donde se instala, para desprenderse de su cuerpo, de sus misterios y sus más oscuros deseos. Y en esa búsqueda, que puede ser franca, de mutación o simplemente circular, deberá revelarnos lo que acontece más allá de lo cotidiano.

La alforja de los desprendimientos del poeta Álvaro Baltazar Chanona, es un libro que nos revela la inconformidad que existe; pero además deviene con una riqueza en palabras mismas de su entorno, las cuales convoca y utiliza para darle a sus poemas esa rítmica y ese movimiento, sin tropiezos.

Uno puede disfrutar de los primeros poemas que se desprenden del apartado Del Caribe esta cosmogonía, ahí paseamos por un corredor donde las plumas de un faisán ríen, y nos sitúan en santuarios de gemas turquesas. El mérito de este poemario es la riqueza en su lenguaje:

Cito: Aquí, el adiós de las aguas cribó la sangre del mundo/sobre los hombros de los gladiadores/con su daga de granito hizo gemir a todas las comadrejas/junto a las tropas cansadas de los sapos orondos/y las salamandras.

Se agradece pues, que en los poemas de Álvaro la ciudad no juegue como tópico o hilo conductor del poemario, sino que regresa a sus costumbres y rescata esa riqueza que puede existir en el Caribe mexicano; lleno de misterios y de una riqueza infinita. De mitos que saltan a la vista, de lo cotidiano que se vuelve poético en el más estricto gusto de la palabra.

Cito: Aquí, purificó sus frutos la diosa del parto/del estómago de los nativos extrajo el puñal de los cólicos/con hojas/de estafiate/el pues de Xibalbá/del corazón de los conquistadores ibéricos…

Poco importa lo que se pueda decir del trabajo de Álvaro, pues su fin es el lector mismo, sea o no avezado en los menesteres de lectura o la interpretación poética, si hay una línea, una sola línea que pueda hacerlo brincar, que pueda satisfacerlo o simplemente que lo transporte hacia ese mundo que sólo la literatura puede lograrlo, entonces estamos leyendo un poema que está bien hecho. Y es ahí donde todo texto cumple con su función, más allá de los recursos que el poeta utiliza para sus menesteres poéticos.

En su ensayo La palabra silenciosa del poeta Ervey Castillo, dice que las palabras son una selva donde el escritor se esconde, tiende pistas falsas a sus cazadores o se muestra a medias. Y en ese trajinar de palabras se va desenmascarando.

La Alforja de los desprendimientos es pues, un poema que diluye entre caminos hartos inhóspitos, hartos difíciles para la sobrevivencia, hartos de dolor. Así el poeta se confiesa y a boca de jarro, con un certero verso dice:

Cito: ya no me duele el aire que respiro, ni la mirada violenta/del amigo que traiciona, sólo este jazz que se repite/como la ruta de un esclavo en círculos concéntricos/el eructo entrecortado y seco de los ajos después de cenar…

Ya libre de todo pecado y todo verso, como el Mesías dijo, el que esté libre de pecados que tire la primera piedra, el poeta libre de toda culpa, se libera y no precisamente tira la primera piedra, sino sus versos,

Cito: soy libre ya de toda culpa,/puedo arrojar contra el rostro desfigurado/de mis enemigos/la primera piedra…

Si todo es una revelación, Álvaro esta en esa búsqueda de respuestas a sabiendas de que todo este mal acomodado. Basta con atisbar al pasado, se nos revelara el misterio de la vida, pero antes hay que confesarse y saber que nuestro pueblo ha estado en manos de la gente equivocada:

Cito Porque arrodillado veo, pueblos enteros sobre/la sed abundante/ del desierto en que mi voz merodea/delante de cientos de espadas/y falsos sacerdotes/que como una borrasca de astillas y carbones/incendiarios/a punto de caer están/sobre todos nosotros.

La alforja de los desprendimientos es un libro que nos revela el dolor que hay más allá de todo verso, un libro que nos instala en la inseguridad que existe, un libro que da fe de los desgajamientos del alma.