domingo, 30 de noviembre de 2014

La re-creación de la bestia

Por Rocío García Rey

La filosofa María Zambrano, en su libro Filosofía y poesía, nos alerta acerca del grillete en el que en muchas ocasiones se ha convertido la razón. Lo hace con estas palabras:

Desde que el pensamiento consumó su "toma de poder”, la poesía se ha quedado a vivir en los arrabales, arisca y desgarrada diciendo a voz en grito todas las verdades; inconvenientes; terriblemente indiscreta y en rebeldía.

Es verdad que la poesía como género ha quedado fuera del canon occidental de conocimiento y razón; sin embargo por suerte siguen estando aquellos necios como Sandino Bucio que como parte de una generación de jóvenes poetas nos dan la certeza de que la creación poética aun viviendo en los arrabales, es una suerte de festín de imágenes que nos permiten hallar el andamio al goce estético de las palabras. 
En Las Bestias y las Flores hallamos de entrada un juego oximorónico que permite colocar en el mismo campo semántico la aparente oposición: belleza / fealdad. Si bien podríamos pensar en títulos como Las flores del mal, de Baudelaire o en el famoso cuento maravilloso “La bella y la bestia” que también presentan un oxímoron en el título, en estas notas nos concentraremos en el trabajo de re-creación de dos elementos eje en el trabajo de Bucio: la inventio para proclamar la renovación de la vida, y el cuestionamiento a ese grillete que mencionamos al principio: el de la razón árida.
El poema de apertura del trabajo de Bucio recuerda momentos de Huidobro, sobre todo de aquella “Arte poética” en la que deja bien en claro que de nada vale cantar la rosa si el poeta no recrea en el poema el canto de la flor. Tal anhelo se renovación estilística está emparentado cuando Bucio escribe: “es tiempo del cambio”. Y si, otrora, varios creímos que la palabra cambio estaba en los movimientos sociales, nuestro autor abre el telón para mostrarnos que la patria no es otra cosa que la vida. El verso, en efecto, es convertido en “una llave” (recordando de nuevo a Huidobro) y esa llave nos expulsa de la palabra simple y plana para enseñarnos que el anhelo está en la conjunción de aquello que la razón nos hizo creer no podía estar en el mismo universo. La dualidad se transforma en unidad porque la nueva generación de poetas como Bucio nos dicen: “ya no seremos la misma coalición de entes carroñeros”, si esa identidad apegada a tanatos se abandona es porque se ha encontrado la manera de que el oxímoron se convierta en coincidencia opositora. Ello se explica cuando leemos: “Somos la comunidad de las bestias y las flores”.  

Aunado a lo anterior es eros con el ímpetu de la poiesis quien puede hacer que la coincidencia opositora sea acción horizontal. Tal aseveración se fundamenta con la siguiente imagen: “Somos el polen, la conciencia, la plaga que esparce el amor en todas las lápidas”.

Es precisamente la lucha de eros para volverse a posicionar en el mundo de desencanto el que hace que, precisamente como Zambrano afirmo, el poeta grite lo que la racionalidad no permite: gritar el delirio como anhelo. “Sucumbo en el umbral del delirio”. Se trata de un delirio creador y re-creador en el trabajo de Bucio. Por ello es posible hallar personajes que “escupen un arcoíris” que los ciegos tantarán porque los que vemos hemos perdido la capacidad de observar y de sentir. Los lectores nos encontramos ante la propalación de la crítica ante los estereotipos que están representados, por ejemplo en “la locura del ideólogo analítico”. Ante un mundo carente de ideas y de sensibilidad Bucio nos muestra que hay labios agrietados por el polvo, pero incluso así, nada está perdido porque es la irreverencia de la vida, de eros la que salvará aquella tristeza, aquel “desierto de ideas”, porque el autor nos dice “hay una huelga de flores ansiosas”. 

El poemario de Bucio comprueba aquel verso de Pellicer -del poema “Discurso por las flores”-: “Ser flor es ser un poco de colores con brisa”, porque en efecto, nuestro autor toma como icono las flores para construir su universo de esperanza y vida, de frescura. Una brisa que permite que la Bestia ahora no necesite ser transformado en príncipe por Bella, porque la Bestia son la inventio y la poiesis misma. La Bestia es la salvadora: “La Bestia salvadora invita a olvidar los vértigos”.
Propalación, rebeldía, re-creación de la bestia por medio de la presencia de eros, eso es lo que hallamos en el poemario de Bucio. Por ello estoy segura que, en efecto, como él lo dice, los necios, los jóvenes poetas son “…el vértigo que jala / hacia adelante/ hacia el futuro / de todos los porqués.” Así sea en nombre de la poesía y del conocimiento que puede otorgarnos. Así sea para que la poesía salga del arrabal, del olvido y nos haga a todos tantear arcoíris.

Enhorabuena Sandino Bucio. Recibe un cordial saludo y estas notas desde tierras costarricenses.