domingo, 1 de marzo de 2015

Desafiar la quemadura de las ruinas (sobre "Mapa del cielo en ruinas")




Por Santos Velázquez

Empecé a leer Mapa del cielo en ruinas de Rocío García Rey con un poco de escepticismo , como si el juicio me llevara a comprender que escribir sobre el tema amoroso es un acto arriesgado, luego de que la historia de la literatura nos ha dejado disfrutar de las hermosas imágenes que los grandes poetas han plasmado en páginas inolvidables. Qué bueno, me equivoqué. Poco a poco me fue atrapando la voz del poemario, la desnudez propia de las palabras, la pasión del recuerdo para ir descubriendo El mapa del cielo en ruinas. Más allá de los adjetivos que algunas veces me hicieron un poco de ruido y de algunas repeticiones de frases para mi gusto no necesarias, así como de ciertos sustantivos no tan atinados según mi juicio; la poeta me llevó al terreno que ella pretende para sus lectores: la transmisión de la experiencia amorosa. Supe que no podía escaparme cuando leo: /“Recorriste mi cuerpo, lo recorriste.//Por primera vez creí que un hombre/podría pronunciar/sobre mi cuerpo la palabra ternura”/. Ya no tuve dudas; el amor más allá de su género de preferencia siempre es una sacudida interna, una extraña inestabilidad que no encuentra acomodo en ningún lugar. Rocío García Rey lo sabe, ella ha transitado las solitarias calles de la dicha y de la tristeza; es el precio que hay que cubrir para abrevar de esa experiencia única e irrepetible y que da un real valor, a lo todavía inalcanzable para el ser humano en su intención de acercarse a lo sagrado.


“… soy cuerpo soy palabras/ubicuidad para imaginar/que alguno de los que hemos llamado hombres/alguna tarde de lluvia/alguna tarde de viento/alguna tarde de historias/podría besarme/ y podría nombrarme…”/


Y es que el amor es una eterna insatisfacción, no hay manera de calmar esa sed. El agua es a veces demasiada amarga, a veces demasiado dulce; la mezcla sólo produce melancolía. Pero nuestra poeta, se atreve a desafiar al arcano, quiere describir un Mapa del cielo en ruinas, acercar su experiencia para que la recordemos como una luz necesaria en medio de la tormenta


“Sólo me nombran en voz muy baja/cuando creen que la espesura del tiempo/ha caído, sólo me tocan cuando creen/que puedo olvidarme de mi propio nombre…”/


“Porque escribo algunos han silenciado mi cuerpo./Porque bailo algunos quieren arrancarme/las palabras.”/


“Tal vez alguna tarde me miren/un segundo y me invoquen durante un minuto/pero serán años los que guarden mi nombre/ en la gaveta de las raras…”/


Sí, ella en verdad ha sido tocada por el amor, como lo estuvo Alfonsina Storni, Rosario Castellanos y María Zambrano, a quienes hace referencia en su libro; pero en realidad todas las mujeres están presentes, por el sortilegio del amor, en el poemario. No sólo ellas; los rostros masculinos, femeninos, y los otros, tienen cabida en el poemario. En medio de este universo Rocío García Rey se atreve, y lo logra, ver su verdadero rostro. En este punto es necesario mencionar el amor fraterno y el amor lejano por el novio de la niñez, experiencias más cercanas a la plenitud de lo alcanzable, de igual manera amplias y profundas, pero al final sólo aproximaciones al abismo, a esa oscura e ingenua experiencia que nos hará cantar varias veces para después llorar a gritos. Sin un orden definido, el amor deja siempre su quemadura, penetra no sólo la carne sino lo más íntimo del ser. Siempre celebraré la poesía que nace del amor y no hay manera que se presente la confusión para hablar de aspectos técnicos que el poeta va puliendo en el camino. Me quedo con las imágenes del libro que hablan de la presencia misteriosa, de esa voz que emerge libre y poderosa más allá de la intención de la propia personalidad. Todos vamos juntos en la creación del poema perfecto, queremos verlo materializado y quizá entonces se acabe o empiece un nuevo mundo; por eso puedo decir con Rocío García Rey:


“Querida Antonieta, no llores más,/ en memoria de tu bandera ocre/estoy rearmando la representación/ de lo que han nombrado amor,”…/


“…amada, no mueras porque alguien no quiso/ adherir al mar en ti. /Ellos se marcharán siempre siempre”…/


“En el archivo de las ciudades rotas/ tu nombre permanecerá en la lluvia./


Sí. Nosotros cuando en verdad somos también dejamos de ser, permitimos que nos tome la otra voz, se adueñe de los sentidos y nos estremezca. Que importa que no haya manera de salir ilesos, de abandonar el barco antes de que sea arrebatado por ese mar. Ella, la poeta lo sabe:


“Quise salir ilesa del juego de la memoria/quise salir ilesa luego de quemar/mis cartas sin remitente alguno”…/


“Con precaución me asomo al atrio/tengo miedo de hallar incompleta/alguna madrugada”./


Todos los rostros, todas las experiencias servirán para unir el círculo roto del amor, para construir el poema perfecto. Por algún misterio divino el ser humano aún tiene que caer en el abismo para entender el cielo, por eso creo en lo que dice nuestra poeta:


“En la zona del naufragio/ en la zona de la muerte/hemos visto los resquicios/ de los expedientes clandestinos”./

Quien no pretenda ser alcanzado por el fuego, no se acerque a esta puerta. No hay promesas de un bienestar seguro, no se conocen a ciencia cierta historias que alcancen la plenitud, y es que tal vez, sólo lo que nos pone a prueba vale la pena, sólo lo desconocido puede llevarnos a la inmensa satisfacción de amar lo inalcanzable. Y quiero terminar las citas poéticas no sin antes recomendarles este buen libro y en especial el poema Bugambilias:


“Perdonen las amantes/por no haber permanecido/en el nuevo puerto./Dispensen las amantes/que me abrazaron/aun en los días sin sol./Perdonen las amantes/por esta frag/men/tación que /soy.”/


Rocío García Rey ha abierto una puerta al escenario donde los contrincantes todavía pelean por el amor; pero ha manifestado la voz de la poesía, la ha dejado ser para que nos aproximemos a la verdadera libertad. Es posible que aún no estemos preparados para comprender y empezar a reconstruir el Mapa del cielo en Ruinas, pero tomemos el fuego, desafiemos su quemadura. SALUD.


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